Mi primera vez.
Me tiembla el pulso, cada minuto que pasa nos acerca más al momento esperado. Salgo de casa en mi mejor versión, una remera que los representa, un pantalón cómodo acorde a la fecha, las zapatillas más viejas, mi pelo húmedo de esa ducha breve que me di hace un rato y mi flequillo en su mejor estado. Voy caminando con mi banda a la parada del micro, con mi adrenalina aumentando con cada paso que doy. Canto, voy cantando esas canciones que me retuercen el estómago si me imagino llegar. No se mucho como mantener la calma porque es la primera vez que hago esto, pero supongo que en un par de horas voy a estar más tranquila. Miro ese pedazo de cartón fino que me da el pase a mi paz, lo miro sin poder creer que no falta nada. Llega el micro, nos subimos cantando a los gritos como si todos los pasajeros nos conociéramos entre todos, pero solo somos un pequeño grupo de toda la hermandad, algunos conocidos, otros no, pero todos unidos por el mismo motivo, por el mismo ritual. Apoyo mi ca